lunes, 25 de marzo de 2019

Una ladyboy a mi medida

Esta es una historia inventada.


Desde siempre me fascinaron las mujeres trans, pero en especial las asiáticas. En realidad nunca supe si me gustaban más las mujeres que los hombres, pero yo creo que ni las primeras ni los segundos me satisfacen del todo.

Soy de una familia rica, y como soy el menor y último de tres hermanos varones, mis padres no me prestaron mucha atención del todo. No es que yo lo lamente mucho, pues tampoco me descuidaron y me prestaron la atención suficiente, incluso más que muchos otros chicos, pero mis dos hermanos mayores eran especiales, pues ellos debían dirigir los negocios de la familia en el futuro. Pero esto tuvo su contrapunto, su contrapartida: yo tuve más libertad y una educación menos exigente. 

Desde siempre me he considerado como especial. Nunca tuve una tendencia clara y definitiva hacia ningún sexo en concreto. Y nunca me ha importado como ganar dinero, sino como gastarlo.

Undía decidí que debía enfocarme en las mujeres trans. Después de ver mucho porno en internet, tomé la decisión de irme al paraíso mundial de las ladyboy: Tailandia.

Llegué allí por primera vez con 26 años. Durante los siguientes dos años y medio estuve un total de 18 meses, pues iba y volvía a Tailandia porque no tenía permiso de residencia. Durante ese tiempo me follé a centenares de ladyboys pero nunca estaba contento de verdad. En definitiva, eran todas prostitutas y después de la sesión de sexo pagado, me dejaba un vacío en mi corazón. Yo quería otra cosa, una ladyboy muy linda, delgada pero que me amase, que fuese un poco pervertida pero que solo follase conmigo.

Pronto comencé mi búsqueda

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